Kimberly sonríe tímidamente mientras sostiene su diploma. La toga y el birrete son el reflejo visible de una historia profunda, una que no empezó con celebraciones, pero que hoy se llena de esperanza. Ella es una de las dos jóvenes que recientemente se graduaron como procuradores en Ciencias Jurídicas y Sociales, como parte del proceso de reinserción impulsado por la Secretaría de Bienestar Social (SBS) en alianza con la Universidad Rural de Guatemala.

Yo nunca me imaginé estar aquí. Nunca pasó por mi mente. Pensé que solo iba a sacar el bachillerato y ya”, cuenta Kimberly, conmovida. Su historia es la de muchas personas que han enfrentado momentos difíciles, pero que, con acompañamiento y fe en sí mismas, logran transformarse.

Kimberly cumplió tres años y medio de sanción y seis meses en libertad asistida. Hoy lleva más de dos años fuera del centro y continúa su proceso de reinserción, con pasos firmes y metas cada vez más claras. “Al principio fue muy costoso. Estar encerrada tanto tiempo y volver a adaptarse a la sociedad no es fácil. Uno ya no conoce ni dónde está”, recuerda.

Pero su historia no es solo de obstáculos. Es también de agradecimiento. “Gracias a Dios y a muchas personas que creyeron en mí, estoy aquí. A veces sentimos que no lo merecemos, pero lo estamos logrando”.

Durante su tiempo en el sistema, Kimberly aprendió a valorar lo esencial: la libertad, la familia, los amigos. Y, sobre todo, entendió el impacto de sus acciones. “Yo no tengo el derecho de dañar a nadie. Aprendí que hacer el bien, convivir con otros y respetar, es lo que realmente importa”.

Su testimonio es una muestra viva del impacto del trabajo que realiza la Dirección de Prevención Terciaria de la SBS. Desde el acompañamiento educativo y emocional hasta las oportunidades reales de formación universitaria, cada paso está pensado para construir caminos de resocialización dignos y sostenibles.

Este título es de quienes nunca me soltaron”, dijo Kimberly al terminar su discurso, con la voz entrecortada por la emoción. Su historia no termina con esta graduación. Al contrario, apenas comienza. Porque hay vidas que, cuando se les da una segunda oportunidad, florecen con más fuerza que nunca.

Texto: Carolina Hernández
Fotografías: Eduardo Mendoza

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